Tensiones estéticas entre el romanticismo clásico y el clasicismo romántico
- adrianavalladares6
- May 17
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Alondra Burgos Medina
Laura P. Burgos Lebrón
Sergio J. Méndez Torres
Adriana E. Valladares Méndez
ARQU4146-002
El debate entre romanticismo clásico y clasicismo romántico no es simplemente una cuestión de estilos, sino una reflexión profunda sobre las tensiones entre razón y emoción, norma y libertad, permanencia y fluidez. La arquitectura, al igual que la pintura y la literatura, ha sido un campo fértil para estas tensiones, muchas veces invisibles, pero siempre presentes en los lenguajes formales y simbólicos de las obras. Mientras el clasicismo reivindica la serenidad de las formas eternas, el romanticismo reclama el derecho a la emoción y lo subjetivo. Sin embargo, la frontera entre ambos no siempre está claramente trazada, dando lugar a manifestaciones híbridas que cuestionan cualquier categorización cerrada. Esta reflexión examina cómo ambas posturas han influido en la arquitectura a través de referentes como Jacques-Louis David y J.M.W. Turner, cuyas obras encarnan esas dualidades.
El clasicismo, especialmente en su versión neoclásica, busca lo eterno, lo estable y lo racional; se apoya en la serenidad de los órdenes antiguos como principio rector del arte. Jacques-Louis David, figura clave de este movimiento, refleja en obras como El dolor de Andrómaca una composición equilibrada y un contenido noble, aun cuando el drama humano es evidente. Como señala una fuente del periodo, los neoclásicos valoraban “la evocación serena y silenciosa de ese mundo arcaico de verdades atemporales” (Fuente, s.f.). No obstante, el drama contenido en La muerte de Marat señala un quiebre en esa lógica, donde lo clásico se convierte en vehículo de una sensibilidad cada vez más romántica. En este punto, el clasicismo romántico emerge: una forma ordenada, pero cargada de emoción e ideología.
Por otro lado, el romanticismo, particularmente en la pintura de Turner, rompe con las formas definidas y apuesta por lo atmosférico, lo emocional y lo trascendente. Obras como Wreckers - Coast of Northumberland convierten el paisaje en un campo sensorial, donde la luz, el color y la niebla expresan más que la forma misma. Turner, alejado de la precisión lineal, hace de la indistinción su lenguaje visual, en lo que él mismo llamó su "fortaleza" (Turner, citado en Fuente, s.f.). El mundo que representa no es el ordenado por la razón, sino el vivido intensamente desde la percepción subjetiva. Esta sensibilidad, aunque radicalmente distinta de David, comparte con él la aspiración a lo sublime, aunque lo logre desde caminos opuestos.
El romanticismo clásico y el clasicismo romántico, más que estilos cerrados, son tensiones que se reflejan en la construcción del espacio, la materia y la atmósfera. En arquitectura, esto puede leerse en el paso de una arquitectura monumental basada en proporciones ideales a otra donde la luz, la emoción y la experiencia se vuelven fundamentales. La idea romántica de lo clásico no busca repetir lo antiguo, sino encontrar en él un eco espiritual, como “hetero cosmos” que mezcla lo factual con lo imaginado (Fuente, s.f.). Así, se produce una hibridación estética que desafía la noción purista de estilo. Lo clásico se vuelve evocación, mientras lo romántico se torna forma, generando arquitecturas cargadas de sentido y contradicción.
En conclusión, más que una oposición, el romanticismo clásico y el clasicismo romántico son expresiones entrelazadas de una misma inquietud: cómo dar forma a lo eterno sin perder lo humano. La arquitectura, al igual que la pintura de Turner o David, ha sido un campo en donde esta tensión ha generado obras profundas, ricas en simbolismo y emoción. El aparente antagonismo entre orden y caos, medida y emoción, revela una complementariedad fértil para el pensamiento arquitectónico. En estos cruces estéticos y filosóficos encontramos pistas para leer la arquitectura no como un objeto cerrado, sino como un discurso abierto, sensible al tiempo, al espíritu y a la memoria. Así, pensar en clasicismo y romanticismo no es mirar al pasado, sino entender cómo ese pasado sigue operando en nuestro presente proyectual.
Referencias:
Turner, J. M. W. (1833–1834). Wreckers – Coast of Northumberland, with a Steam-Boat
Assisting a Ship offshore \[Pintura]. Tate Britain.
David, J.-L. (1783). El dolor de Andrómaca \[Pintura]. Museo del Louvre.
David, J.-L. (1793). La muerte de Marat \[Pintura]. Musées Royaux des Beaux-Arts de
Belgique.
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